Tulancingo cultural

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Del I I Encuentro Comunitario Internacional de Escritores San Juan, Argentina

 
 

Crónica de la chilena Daniela Gutiérrez Burgos - Dinko Pavlov -   Sabine Barrios - Rodrigo Landaeta - Gabriela Robledo - Roberto Goijman - Ana Cuevas Unamuno - Hugo Barbero - Darío Lobato - Del grupo Lloveras: Florituras (cadáver exquisito) - A paso de hombre, memoria, por el chileno Rodrigo Landaeta - El Encuentro - Reminiscencias de Calingasta y del Grupo Lloveras - Jorge Leónidas 'Chiquito' Escudero en Tulancingo cultural

 
     
 

 

A paso de hombre

 

 

 

         salimos por la aduana del horroroso Chile*, frase leída por mí como una regla: todo individuo debe cruzar la frontera a pie, acto conforme al cual afirma su condición humana, bajarse de la máquina y caminar, una veloz fantasía que me quedó abierta, pues realmente ignoro por qué o para qué está puesta allí, en una de las paredes interiores del domo fronterizo; aunque habida cuenta de los mínimos detalles que una mirada instiga en un viaje, esa oración era como el título de un poema o un libro, un poema o un libro sobre arrieros en la cordillera o sobre la vida solitaria de un ciudadano en la urbe, clave secreta obtenida por ingenuidad e innecesaria para traspasar la frontera.

         Así, entonces, sorteamos el límite para ir al encuentro con los inimaginables seres cuya lengua compartíamos, tres amigos de cuna barrial y periférica de una ciudad nunca completamente abandonada, tres desconocidos vasocomunicados en la infancia por el rigor de la caligrafía y los rituales juegos, armar y desarmar legos, peinar y despeinar muñecas, ganar y perder canicas. Empezando por declarar que era mi primer viaje fuera del país, me sentía como el memorioso Funes luego del accidente a caballo que le entregó la intolerable riqueza del presente: por la ventanilla del bus o al aire libre, la mirada curiosa se dejaba impresionar.

         Un veloz y elíptico descenso hasta Mendoza, una noche en esa ciudad de calles iluminadas y profusas arboledas, y al día siguiente unas horas más de carretera, sueño y pampa de por medio, con la visión de otro lugar por un segundo, para alcanzar después el clima áspero de una tierra desconocida. La palabra clave, el fenómeno presente tras la sensación de sequedad, era “zonda”, el viento así nombrado por recorrer el valle del Zonda, aire caliente que hiere las fosas nasales y cincela ufológicas nubes en el cielo de San Juan.   Allí llegamos para participar en un encuentro de escritores latinoamericanos, desorientados y expectantes, con información que debíamos pesquisar. El programa enviado anotaba la “Posada del Sol” como nuestro hotel comunitario, al que llegamos vía remiso y cuyo conductor nos ofreció en el camino una evocación espontánea de algunos hitos de la ciudad: el devastador terremoto de 1944, cierta euforia imperceptible para nosotros por una competencia de autos, el talento de sus jugadores de hockey, de básquet, de fútbol, en fin, un calculado paseo por las calles y el mentado hotel. Sin esperarlo y de casualidad, una desenvuelta argentina, Ana Cuevas Unamuno, narradora versátil y locuaz, nos recibe en el patio de entrada, amable y fumadora, indicándonos a la señora encargada del hotel para instalarnos.

         Nenes y nenas separados, Miguel y yo fuimos a parar con tres nenes escritores argentinos, a los que se sumó un nene poeta chileno al final del día;  Daniela, por su parte, inmejorablemente caía en el departamento de las cordobesas, germen de la rebelión futura. Las primeras horas, en el departamento asignado, compartimos presentaciones y comentarios con Ricardo Monje y Sergio Soler, así como empezamos a conocer a las compañeras de Daniela, Gabriela Robledo y Celina Garay. Son muchas las personas que paulatinamente fuimos conociendo en las distintas actividades y reuniones de trabajo y camaradería, de todas las edades y procedencias, y en especial a aquellos que nos tocaron como compañeros de residencia, tanto en la Posada del Sol como en la solariega finca Lloveras de Calingasta.

         En la ceremonia inaugural realizada en el auditorio Juan Victoria tuvimos ocasión de empezar a integrarnos con la totalidad de los artistas, pudimos observar la exposición de los Plásticos, grupo invitado y acierto de la organización en tanto se agregó al encuentro esa expresión hermana de la expresión literaria, y escuchamos las palabras de bienvenida de Maria Esther Robledo, la gestora y coordinadora del evento. En esa ceremonia pude experimentar la idea de una poesía gaucha, en el territorio mismo, además, en que una parte importante de ella se ha manifestado. Mientras la actriz Nélida Astorga declamaba el poema de Buenaventura Luna “Viejo poncho Sanjuanino”, reconocía los elementos de una naturaleza y una cultura propiamente argentinas, así como recordaba los elementos que en mi país funcionan como signos de identidad.

         Muy temprano al día siguiente los escritores avanzábamos a lo que sería “Viaje a Calingasta”, especie de historia acerca de cómo una cincuentena de artistas vivió la ruralidad profunda y recibió una lección de humanidad o, en un sentido más cifrado, fábula sobre la finca iniciática y otras revelaciones, no sé, cada uno tendrá sus impresiones, pero en lo que todos coincidíamos es en el valioso vinculo con la comunidad que el encuentro logra a través de las distintas escuelas que se visitan y el contacto con la gente en las calles o las sedes sociales, cuestión que lo convierte en un modelo de interacción y exposición recíproca entre el pueblo y los artistas.

         En Calingasta, por ejemplo, me tocó compartir con un despierto grupo de jóvenes que cursaban su último año de secundaria, con quienes dialogamos, leímos y jugamos. Me acompañaban Gabriela Robledo, poeta de estados amorosos y visiones extáticas, y Edmundo Torrejón, fino poeta boliviano, con quienes vivimos una tarde que se extendió más allá del patio de la escuela y fue a dar a orillas del río Los Patos, frente a una vasta e imponente panorámica del valle cordillerano y la alegre conversación de los jóvenes de la secundaria de Calingasta. Hablamos de comidas, temblores e inundaciones, de la fucking Barrick*, de pájaros que parecen volar al revés y platos transnacionales.

         Y claro, Calingasta era una fiesta, de diurnas y nocturnas labores, de duradero vino en dama Juana y tabaco empedernido. Una noche, sorpresivamente, arribó a la finca Llovera el último en llegar de los poetas invitados, Telfor Pozo, guitarra a cuestas y un frío de a madres -diría acepcionalmente Cristina de la Concha-, cantautor ecuatoriano que lueguito nomás se incorporó al quehacer nocturno y nos habló de su largo viaje por tierra. Así se completaba en Calingasta el grupo total y el último miembro de Llovera, movimiento independentista y proyección onomástica de una leyenda. Entonces veo al doctor Guzzo pegado a su cigarrillo diciéndome: “yo sólo puedo hacer votos de silencio en voz baja”, y nunca más lo odié. Y oigo imágenes salidas de la voz de Darío y sigo con atención los detalles de las tulancingas narraciones de Cristina. Veo álamos que forman pasadizos de aire y niños veloces que juegan en su territorio. Oigo autoridades que recuerdan su infancia y asientan con sus cabezas mayores. Observo complacido el orden y la sensualidad de una pareja de bailarines, y luego es una cámara la que observa mis gestos e inquiere mis opiniones. Mastico la carne sustanciosa de una velada mientras oteo la maniobra de una copa sometida a una improbable fotografía. Nada especial ocurre antes de volver a Chile, el cuidado jardín nocturno de la Posada se me ha metido entre los ojos.

Rodrigo Landaeta, Valdivia-Chile.

         

13 de diciembre, 2006

El Encuentro

 

 

 

Rodrigo Landaeta

 

 

 

*Alusión al poema “Nunca salí del horroroso Chile” del escritor chileno Enrique Lihn (1929-1988). Aparece en el libro “A partir de Manhattan” -Ediciones Ganymedes, Valparaíso, 1979-:

“Nunca salí del horroroso Chile  

mis viajes que no son imaginarios

 

tardíos sí –momentos de un momento

 

no me desarraigaron del eriazo

 

remoto y presuntuoso

 

Nunca salí del habla que el Liceo Alemán

 

me inflingió en sus dos patios como en un

 
                                                                   |regimiento  

mordiendo en ella el polvo de un exilio imposible

 

Otras lenguas me inspiran un sagrado rencor:

 

el miedo de perder con la lengua materna

 

toda la realidad. Nunca salí de nada.”

 
   
   

Calingasta

del álbum de fotos de Rodrigo Landaeta:

 

 

los niños de Calingasta

 

 

 

 

la noche en Calingasta

 

 

 

Los escritores en San Juan, Ricardo Monje, Miguel, Cristina de la Concha, Hugo Barbero, Gabriela Robledo, Rodrigo Landeta, Lucía Quiroga, Edmundo Torrejón, Isabel Daibez    René Aguilera.

 

* Empresa minera canadiense que a través de su proyecto Pascua-Lama desea extraer oro en la frontera chileno-argentina. Su idea es remover 3 glaciares y trasladarlos de lugar. La comunidad aledaña tanto de Chile como de Argentina se ha organizado para impedir la obra puesto que ven amenazados sus afluentes de agua. El estado de Chile ya aprobó el proyecto, Argentina aún no se pronuncia.

 

 

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