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2 de noviembre, 2006

 

 

Sabine Barrios

 

EN EL BLANCO

busca su nombre el rincón sucio

dentro del ojo negro del libro

que guarda una boca flaca

y una piel herida bajo la espalda oxidada

Saciada

una lágrima cae sobre la hoja seca

Podrían otras creyendo ser sombras

arrancarme la huella

pedazo a pedazo

hasta degollar la conciencia

toda

debajo del árbol preso

en la mitad del otoño

solo

El titilar busca su presa

en la gota partida sobre el suelo mojado

Unas rodillas se mecen

a punto de encogerse sobre el traje

del recuerdo que estalla y cede

frente a la sucia guarida

de un punto suspensivo

que guarda una hoja flaca

y una piel herida bajo cascadas

de memorias húmedas que desaparecen 

Un puñado de espinas blancas

boga exhausto entre una página doblada

cubierta por el polvo del borrón

que cantó una vez suplicando al verdugo

¡copiar el verso, manchar la hoja de nuevo !

hasta que una pluma despertara

para escribir desde el rincón

un ojo negro en el libro

que sigue con la piel herida

bajo su flaca sombra


 

Río no te das cuenta que te espío

durante cada mañana, cada segundo

y que los pescadores que se adormecen a tus orillas

se desnudan para esconderse de tus animales

y de tu instinto

 

Te escucho susurrar cuando te levantas

y el escándalo queda insoportable

cada vez que te llenas el estómago

con árboles rotos y basura incrustada de insultos

Y río, no te das cuenta

aunque sé

si hundiera mis pies en tus brazos

serías capaz de jalar

hasta estrangularme en la quietud

de tus profundidades que sé bien

son las más frías, más soy una desquiciada

y no me importa si en un fiasco te robo los huesos y las pupilas

tornadas violetas cuando oscurece

y ya te despiertas otra vez

con un cruel y silencioso bostezo y tú,

animador clandestino y violento

nunca te das cuenta que te miro y sé todo lo que haces

 

Casi loco te acuestas, te cobijas con tu seda

te mueves, brillan tus piernas y el pelvis ondula

dentro de un rastro de fuego

       y no me dejas partir

       no me dejas dormir

tampoco parir mientras estoy sentada

y sé de tus caimanes que vienen

de tus delfines que acechan enamorados

y de tus peces, de tus fantasmas que saltan

desesperados en un disfraz

que clono hasta que me sea insoportable

 

Y tus presos construyen calles

y se edifican las condenas en medio de la selva

Pobre Bolívar, se han hecho pedazos sus leyendas

sus antiguos extravagantes mitos y tu cauce sube

       baja

Se disipa tu tiempo se dilatan tus poros

asesinan a un hombre a disparos a cuadras de tu casa

te tiran botellas, yo recojo tus vidrios

tus espejos, se estiran sonetos entre pájaros y grises

hasta que llueve y continuamos sudando entre sangre y cieno

entre sangre y cieno y no te das cuenta

De qué te ríes, dime

¿De quién te ríes?

 

Salvaje río

te burlas de mi condena y mi sangre amarga

y no me di cuenta

Quizás volaron mil pájaros

otros perdidos

sosteniendo el agua entre los picos

para salir a cazar a morder

a morir

¿cómo decir te amo?

Con los ojos vendados

con los pies descalzos y las ortigas en los labios

Con el viento durmiendo

y la sopa quemándose

con las uñas partidas

y un brindis por la luna

 

un te amo bastardo, verdugo y ermitaño

 

Y luego abres tus brazos

y te encoges dentro

de un símbolo rojo y no te das cuenta

que continuamos mirándote

Orinoco simple

la angostura del mundo

que tropieza el día primero

con un lenguaje ahogado entre tus plumas

una seda que tiembla

a la luz de una única vela

 

Que torpe fui al desatarte las trenzas

y apagarte en un triste suspiro

simplemente, que torpe

el caimán que se hundió

para darte la mano en el centro de tu cúspide

mil veces siempre

sin darse cuenta

por horas, meses detrás de tu cortina de humo

sin esperar

aunque un atardecer delate que lo sabes todo

 

Todo, río iracundo ingenuo y asesino, dime

de qué te ríes.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

     

 

Jorge Leónidas 'Chiquito' Escudero en Tulancingo cultural

 

I I Encuentro Comunitario Internacional de Escritores

San Juan, Argentina

Crónica de la chilena Daniela Gutiérrez Burgos

A paso de hombre

por el chileno

Rodrigo Landaeta

 
El Encuentro
 
 
 
De la poesía de
 
Chile:
 
Dinko Pavlov
 

la venezolana Sabine Barrios

 

Rodrigo Landaeta

 
 
de Argentina:
 

Gabriela Robledo

 
Roberto Goijman
 
Ana Cuevas
 

Hugo Barbero

 
Darío Lobato
 
 
Florituras,
(cadáver exquisito)
 
Reminiscencias de  Calingasta y El Grupo Lloveras
 
 
 

 

CONVOCATORIA

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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