Roberto Goijman
De: Humo Petrificado (2000)
El Dolor
Duele pensar que quiero ser
el hombre.
Duele el alma / entristece en
pedazos.
Duele el cuerpo cuando escapa
de mis huesos.
Y duele la saliva amarga.
El mundo / es un antro de
culebras / y
malabaristas / que bordean
las corrientes.
El amor / es una montaña de
cosas /
donde sobresalen los pies /
donde sobran los zapatos.
Ahora con tu costilla
enriquecida /
das vueltas por mis surcos.
La piel se abre / y tus ojos
/
muerden la soledad del
silencio.
De Cristo
Cabellera innata de ojos
verdes
caídos de viento.
Por qué preguntas y
respondes
crueldades verdades.
Acaso nosotros, los
desposeídos
no pertenecemos al mundo?
Dime que tu sueño camina en
mis peldaños.
Prueba el sabor amargo,
sequedad del cuerpo de la
tierra,
fauna abierta.
Dime qué sientes cuando
mascullas soledad.
Cabellera innata de ojos
verdes
caídos de viento.
De: Hospital Fernández y
otros acontecimientos (2002)
El
comienzo
Cuando al tiempo que me
envolvieron los interrogantes
y las palabras, me pregunté
si todo fue a partir de la
despedida del viejo año o el
juicio del nuevo siglo.
Hablar entonces de ternura es
incompatible con la textura.
El dolor es un lento trajinar
de días y kilómetros, que
se moviliza en todo lo que
uno puede preguntarse.
Las caídas son dolorosas,
pueden un tanto dormitar a
aquellos que dudan sobre sí.
En su defecto,
luna chamuscada o ternura
amarillenta.
Pero igual que la luna en sus
cuatro poses, fue
destruyéndose, como por
doquier en su momento
el travestismo amargo de los
conservadores.
Los
miedos
Afuera llueve, cae una luz de
esperanza,
pero adentro
una lluvia de rayos caóticos
desespera las
mayúsculas.
Los movimientos no sirven si
no van acompañados
con latidos.
Pero él no sabe que el color
púrpura no cambia de
renglón ni de estatura.
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