Tulancingo cultural

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Tulancingo, Hidalgo, México

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24 Abr. 06

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3er Encuentro Internacional de Escritores Salvatierra, Gto. - Un nutrido grupo de tulancinguenses asistirá... -

Salvatierra reúne a más de 80 escritores - El encuentro - JÓVENES, LITERATURA Y CONTRACULTURA EN MÉXICO

Homenaje a José Agustín - La presencia de los artistas tulancinguenses - Autoentrevista de José Agustín por Vida con mi viuda

 

6ª Entrega:

Luz Angélica Colín

Ma.  Encarnación Ríos

Pío Sotomayor

Cristina de la Concha

Violeta Rivera

Omar Roldán

Santiago Risso

Maki España

 

27 de marzo:

Ricardo Luqueño

Isis Bobadilla

Abril Medina

Jaime Loredo

Gustavo Adolfo Hernández Merino

José Francisco Ruiz Hernández

Ma. Eugenia Rodríguez Gaitán

Isabel Medrano

Moisés Elías Fuentes

Javier Malagón

Leticia Cortés

Rafael Salmones

 

20 de marzo, 2006:

Arcel Muñoz

Lucina Kathman

Iván Trejo

Berónica Palacios

Aniceto Balcázar

Jonathan Solórzano

Jesús Cervantes

José H. Velázquez

Francisco Moreno

José Antonio Aranda

Emma Rueda

Dora Moro

Yuly Castro

 

Los asistentes al encuentro

Tercera entrega:

Leticia Herrera Álvarez

Elisena Ménez

Queta Navagómez

Patricia Matapoemas

Enrique Dávila Diez

Fanny Enrigue

Marco ísgar

Pterocles Arenarius

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Café Querétaro

Palabras Malditas

   

Violeta Rivera

 

 

       
       

 

1. Habitación cerrada

 

Tuve una muerte por instinto, lo demás es en vano.

 

Para mi no hay secuencias ni blanco y negro en carretera; pero soy el constante resultado de un orden.

No puedo ir más allá de los límites de las teclas de un piano, por eso duermo hasta que acaba el día.

Confío en que las ramas de los árboles corresponden a la caída de sus hojas.

Lamento a los hombres de plantas y banquetas soleadas, a quienes señalan con dedos cortos y anchos.

Todas las voces que escucho son entierros, hueco en hueco, sobre suelo plano: espejo, ante el espejo plano.

La huída no es el temor suficiente.

El silencio es un grito cóncavo de todo a un solo tiempo, navíos negros para cortar la sangre.

Estoy llena de futuros irresueltos y pasados que no me corresponden.

Soy en plural de vez en cuando, hasta mañana ya no regresaremos.

Nadie nos ve.

Estoy frente a ti para escribirme y al escribir me abro las comisuras de los dedos.

Si tuviera que morir hoy lo haría en esta habitación cerrada.

¿Dónde quedan las luces si no hay despiertos, las voces no invitadas?

Hacen falta ejercicios para emprender la huida. Ser otro implica un tiempo fallido. Silencio.

El polen ha hilado el viento.

Mi vista se interrumpió en ese hilvane de movimientos que me sudan la frente. Hay lobos que se materializan en todas las habitaciones cerradas donde muero.

Escucho el sonido de las cortinas, y el filo contra filo de persianas. Rasgo una orquídea, me burlo de los cristos de cabeza que alguien quiere descubrir.

Enfrento un duelo.

Puedo vivir mi historia en cinco minutos, situarme en todos los espacios de una plaza.

Con la luz se han cegado los movimientos de unos y otros.

Un absoluto de realidades no necesita contarse, demasiado tiempo y todo faltaría.

Sueño con los rostros de los días, alguien acaba por fijarse en mi mente, quizás yo misma en la repetición de un pensamiento.

Te identifico entre un aleph en claroscuros (Tus deseos te han alargado los gestos de la cara).

Si extendemos la voz de los cuerpos, interrumpen quienes no sangran, destruyen, los oídos.

Soy un concierto de piano a media calle.

Los cocodrilos buscan a las presas menos probables, por eso me han creído lejana en mi participación desdeñable de la gratuidad.

Si me declaro en huelga empiezo a enrojecer. Que mayor prueba de la convención humana. Acepté el trueque de perlas por piedras calizas para tallarme los codos.

Estaba equivocada. No debo morir en esta habitación.

Amasijo de solemnidades y ovejas hexagonales.

Regreso.

Divago fácilmente. Me molestan las preguntas personales.

 

 

 

 

 

2. Habitación de incienso

 

Viajo en el sonido de una muerte y sus murmullos. El todo está aquí. Aire de cera es el espacio, nos movemos a partir del fuego y la fricción posible.

No esperaba lo evidente: puntos astigmáticos en la continuidad que estalla en una mesa, jarras y corazones de cristos traspapelados, juegos pirotécnicos que han ensordecido el movimiento natural de las cosas.

Tomo un café, me quema el nudo en las cuerdas bucales.

Empiezo a respirar a  c o n c i e n c i a  los latidos se hacen más hondos.

Un hombre ha metido aguardientes y sapos en su garganta, pianos de cabeza, un hombre que no puede llover terrenalmente.

Algún día sus palabras deletrearon la prematura oblicuidad de mi espalda.

En la roja oscuridad están las llagas de la voz.

Todas las perpendiculares de la materia me chillan los oídos. Un acartonamiento no concluye. El humo se confirma en el pelambre blanco y amarillo de las cosas.

Condenada a permanecer de pie, sigo ausente. Con los rezos mordidos me dispongo a flecharme la razón.

Se derrama el café por toda la sala.

Al interior de las puertas de vidrio hay cascadas laminadas con los minutos de inmovilidad que tiene el tiempo. Aquí la materia se une y se fragmenta en la noche de un punto.

Bienvenidos al entierro (de noviembre), incienso a la altura de la vista. Fragmentos del pánico. Ya será de día, cuando estemos dormidos en posición fetal. Au revoir homme de tonnerre, cierren las puertas que la neblina se queda dentro.

Empieza a amanecer y nadie está presente en ese alejamiento transversalmente opuesto al designio de mi vida. Salto, para arrancar los pantalones de los techos. Hace horas que llegué a mi casa y que empecé a deletrear las obligaciones del día. Alguien decidió callarse, pero no deja de hablar a través de esta habitación.

 

       
   

Jóvenes, literatura y contracultura, por José Agustín

 
     

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